La vi alterando de estado.
Vi cómo daba unos pasos más.
Era la hermosa inercia de un perseguir agitado y feliz, hasta que vio las estrellas.
Fue un flashazo, mordida de tiburón blanco, un espanto.
La carne repulgada en sí misma, y ella bancándosela. Yo hiperventilaba. Bajamos la escalera con una gruesa gota de sangre chorreándole.
Ella estaba bien, se vio y dijo "la puta madre".
"Si hay momento para ser valiente, es este", dijo.
Sentada al borde de la bañadera, la concentración de Eloísa.
La espuma, la espuma, la espuma, la espuma, la espuma, la espuma, la espuma, la espuma.